«Las huellas del secretario» Mariano Moreno en TV

Las huellas del secretario / Autores: Joaquín Bonet y Matías Bertilotti, sobre una idea original de Hugo Castro Fau/ Elenco: Peto Menahem, Malena Solda, Luis Machín, Osmar Núñez, Manuela Pal/ Dirección de arte: Cristina Nigro/ Dirección de fotografía: Pablo Ibarra/ Producción ejecutiva: Carolina Álvarez/ Producción general: Carolina Álvarez y Hugo Castro Fau/ Dirección: Matías Bertilotti/ Horario de emisión: martes a jueves, a las 22.30 por la TV Pública
Nuestra opinión: buena

«¡Esto tiene que ser un nuevo comienzo!» es el ruego que un viejo historiador le hace al hombre que está a punto de matarlo al comienzo de este relato de suspenso e intriga con base histórica y referencias bien visibles al presente. La víctima guarda un documento que, según esos indicios, puede abrir desde el fondo de nuestro pasado histórico todo un proceso fundacional. El victimario pertenece a una misteriosa congregación dispuesta a utilizar todos los medios para mantener todo como está, guardado bajo siete llaves.

El escrito en cuestión es nada menos que el famoso Plan Revolucionario de Operaciones rubricado por Mariano Moreno. Texto del que se desprende «una revolución para toda América del Sur, algo que recién estamos empezando a hacer ahora», según confiesa al final del segundo capítulo la restauradora (Malena Solda), que junto a un profesor de historia del Nacional de Buenos Aires (Peto Menahem) trata de develar de a poco el misterio que guardan esas páginas manuscritas. Detrás, agazapada y activa, está la logia que trata de impedirlo. Integrada, emblemáticamente, por personas de espíritu conservador que integran distintos estamentos de poder: gubernamental, educativo, eclesiástico.

Entre alusiones simbólicas a la actualidad, citas históricas y menciones conspirativas que seguramente caerán simpáticas al Gobierno (coproductor de esta serie), lo que se nos muestra es un raro acercamiento televisivo a los relatos seriados de intriga y suspenso que están lejos aún de ocupar un espacio de peso en el universo ficcional televisivo, dominado por el melodrama y el costumbrismo.

Anclado en el pasado histórico de nuestro país y referenciado en una idea original de su productor, el relato abreva todo el tiempo en dos fuentes cinematográficas muy visibles, provenientes de Hollywood: El Código Da Vinci (del que se extrajeron el retrato del dúo de investigadores y las permanentes menciones religiosas) y La leyenda del tesoro perdido (con sus alusiones al valor y la custodia de ciertos documentos fundacionales y a la necesidad de preservarlos por su valor histórico esencial).

Hay aquí una intriga bien planteada que podría funcionar aun mejor si se trabajara con menos languidez y mayor brío la resolución de algunas escenas. Hay momentos muy logrados, como el del comienzo, cuando con palabras justas y planos exactos queda expuesto el eje del conflicto, y otros exageradamente morosos, casi al borde del tiempo muerto, como si no se confiara del todo en el dinamismo que nace del poder narrativo de las imágenes. Paradójicamente, esto ocurre cada vez que el relato busca alivianar los temas más densos con alguna salida irónica o humorística totalmente fallida, como la descripción del trastorno obsesivo-compulsivo que afecta al personaje de Menahem.

Con una pareja protagónica que de a poco empieza a entregar convicción y buena química, más el respaldo de sólidos actores de reparto (especialmente Machín y Núñez) y la eficacia de los rubros técnicos, Las huellas del secretario es una digna incursión en un terreno que las ficciones televisivas locales deberían frecuentar más seguido.

 

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